¿Por qué no hay avivamiento? Una reflexión sobre la iglesia y la sociedad actual
El término “avivamiento” resuena profundamente en los círculos cristianos, evocando imágenes de iglesias llenas, corazones transformados y un impacto tangible en la sociedad. Sin embargo, muchos creyentes se preguntan hoy: ¿por qué no vemos un avivamiento como los de antaño? ¿Qué nos está deteniendo? A continuación, exploramos algunas razones espirituales, culturales y prácticas que podrían estar obstaculizando un mover poderoso de Dios en nuestros días.
1. Falta de oración ferviente
El avivamiento siempre ha estado precedido por oración intensa y colectiva. En los grandes avivamientos históricos, como el de Gales en 1904 o el Gran Despertar en el siglo XVIII, los creyentes se reunían para clamar a Dios con pasión y perseverancia. Hoy, sin embargo, la oración a menudo se ha reducido a un ritual breve o a una actividad secundaria. Las iglesias dedican poco tiempo a la intercesión corporativa, y muchos cristianos luchan por mantener una vida de oración personal constante.
Reflexión: Sin oración, no hay poder. Un avivamiento comienza cuando el pueblo de Dios se humilla y busca Su rostro (2 Crónicas 7:14). ¿Estamos dispuestos a pagar el precio de la oración?
2. Conformidad con el mundo
La iglesia está llamada a ser luz en medio de las tinieblas, pero en muchos casos, se ha mezclado con la cultura secular. La búsqueda de relevancia ha llevado a algunas congregaciones a diluir el mensaje del evangelio, evitando temas como el arrepentimiento, la santidad o el juicio. Cuando los cristianos viven vidas indistinguibles de las del mundo, el Espíritu Santo no encuentra un canal limpio para obrar.
Ejemplo: En lugar de confrontar el pecado, algunas iglesias adoptan valores culturales contrarios a la Biblia para no “ofender”. Esto apaga el fuego del Espíritu, ya que el avivamiento requiere un pueblo separado y consagrado.
3. Divisiones y falta de unidad
Jesús dijo que el mundo creería en Él cuando viera la unidad entre Sus seguidores (Juan 17:21). Sin embargo, la iglesia actual está fragmentada por denominaciones, disputas teológicas y conflictos personales. El orgullo, los celos y la competencia entre ministerios debilitan el testimonio colectivo de la iglesia.
Dato histórico: En el avivamiento de la calle Azusa (1906), personas de diferentes razas, clases sociales y trasfondos se unieron para adorar. Esa unidad fue clave para el derramamiento del Espíritu. Hoy, necesitamos derribar los muros que nos dividen.
4. Enfoque en lo externo, no en lo interno
Muchas iglesias invierten grandes recursos en programas, tecnología y eventos, pero descuidan la formación espiritual de sus miembros. El avivamiento no se produce por una buena banda de adoración o una prédica carismática, sino por corazones quebrantados y vidas transformadas. Cuando el enfoque está en la apariencia y no en la profundidad espiritual, el resultado es una fe superficial.
Pregunta clave: ¿Estamos más preocupados por llenar los asientos que por llenar los corazones de la presencia de Dios?
5. Falta de hambre espiritual
El avivamiento ocurre cuando hay un anhelo desesperado por Dios. Sin embargo, en una era de distracciones digitales, entretenimiento constante y autosuficiencia, muchos cristianos han perdido el hambre por lo sobrenatural. La comodidad y la apatía han reemplazado la sed de justicia y la búsqueda apasionada de Dios.
Cita bíblica: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” (Mateo 5:6). Sin hambre, no hay llenura.
6. Resistencia al Espíritu Santo
El Espíritu Santo es el agente del avivamiento, pero a menudo encuentra resistencia. Esto puede manifestarse en la incredulidad (no esperar que Dios obre milagros), en el miedo al desorden (querer controlar cómo se mueve Dios) o en la falta de obediencia a Sus instrucciones. Cuando apagamos al Espíritu (1 Tesalonicenses 5:19), limitamos Su obra en nosotros y en nuestras comunidades.
Ejemplo práctico: Algunas iglesias evitan manifestaciones del Espíritu, como los dones espirituales, por temor a perder el control. Pero el avivamiento requiere rendición total.
7. Una sociedad endurecida
No podemos ignorar el contexto cultural. Vivimos en una época de escepticismo, relativismo y rechazo a la verdad absoluta. La sociedad actual está más interesada en el placer inmediato que en las realidades eternas. Aunque esto no impide que Dios obre, sí significa que la iglesia debe ser más intencional en su testimonio y más valiente en su proclamación.
Solución: La iglesia debe volver a predicar el evangelio con poder, respaldado por vidas transformadas y milagros que desafíen la incredulidad.
Conclusión: El camino hacia el avivamiento
La ausencia de avivamiento no es un reflejo de la incapacidad de Dios, sino de nuestra preparación como iglesia. Dios sigue siendo el mismo ayer, hoy y siempre (Hebreos 13:8), y Su deseo es derramar Su Espíritu sobre toda carne (Joel 2:28). Pero el avivamiento requiere un pueblo dispuesto a pagar el precio: oración ferviente, arrepentimiento genuino, unidad, santidad y una entrega total al Espíritu Santo.
Llamado a la acción: Comienza en tu propio corazón. Busca a Dios con todo tu ser, arrepiéntete de cualquier pecado que te aleje de Él y ora por tu iglesia y tu comunidad. El avivamiento puede empezar contigo.
Versículo final: “Si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, y busca mi rostro y se aparta de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra” (2 Crónicas 7:14).